ORACIÓN PRIVADA DEL CRISTIANO
Por Denis Aguilar Urbina
TEXTO
Mas
tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que
está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público
(Mat. 6:6).
En término general existen dos clases de Oración: La oración privada y la oración corporativa. Los dos términos fueron sugeridos por nuestro Señor Jesucristo.
La oración privada se sugiere de dos maneras: En tu
cuarto, y lo otro es, buscar un lugar para estar a sola con Dios.
a. En tu cuarto
Puede
ser en su cuarto o acondicionar un lugar para hacer las oraciones en privadas.
Cada cristiano ha de tener su devocional diariamente
para alimentar su alma y espíritu. Puede ser por la mañana, al medio día, por
la tarde o por la noche; según creas conveniente, pero hay que hacerlo. En el
devocional puedes cantar, leer la biblia, cantar y la mayor parte orar. La
oración privada es la vida de cada creyente en Cristo. Es edificar su casa
sobre la roca. Aunque vengan lluvias, ríos y vientos tempestuosos de pruebas y
tentaciones y golpeen tu casa; prevalecerá.
b. Buscar un lugar a sola
Durante el peregrinaje, tropezaras con circunstancias
difíciles, que amerita buscar un lugar a sola para enfrentarlo. Nuestro Señor
Jesucristo lo practicó en varios lugares: El desierto, En Getsemaní y el monte
que rodeaba el lago de Galilea; al lado de Tiberia etc.
En este monte el Señor alimentó a cinco mil varones.
Estos hombres impresionados por la señal que había hecho, dijeron: dijeron: Este verdaderamente es el profeta
que había de venir al mundo. Pero entendiendo Jesús que iban a venir para
apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo (Juan
6:5-15)
Según el relato de Juan, lo querían secuestrar para ponerlo
de Rey. Esa fue la misma propuesta que le hizo el diablo en el desierto, lo
cual, fue rechazada por Jesús inmediatamente (Mat. 4:8-10). Satanás se lo
propuso, pero esta multitud lo iban a secuestrar porque este profeta le había
dado salud y alimento, que es lo que la gente añora. Tanto la propuesta del
diablo, como la actitud de esta multitud; estaban dentro de las trampas del
enemigo para desviar la misión de salvación de Cristo. Jesús, como nuestro gran
modelo; siempre buscó el rostro de su Padre Celestial a sola en oración para
fortalecer su alma, espíritu y su misión no fuera desviada. En esa ocasión, el
Señor prevaleció como diez horas orando a su Padre para salir ileso de
semejante situación (Mat. 14:23,25). El Señor es nuestro modelo.
Es impresionante la experiencia que cuenta John Maxwell; considerado como uno de los mejores líderes del mundo en la actualidad.
Veamos lo que dice al respecto: “Un año antes de aceptar el llamado a predicar, a los
diecisiete, me matriculé en la universidad bíblica en Circleville a fin de
prepararme para el ministerio. Mi experiencia allí fue muy positiva. Aprendí
mucho…, una de las cosas más importantes que aprendí fue a tener un período
devocional profundo con Dios. Fue algo que no me enseñaron en la escuela; lo aprendí
dedicando una hora en oración con Dios cada día. Y desde entonces mi vida ha
cambiado. Al terminar mis clases al mediodía, almorzaba… Cada día a la una,
tomaba mi Biblia y una libreta de notas y atravesaba el local. Mi destino era
un viejo edificio de bloques que se encontraba en un campo abierto al fondo de
la universidad. El trayecto desde la cafetería hacia el viejo edificio no
llegaba a medio kilómetro, … Mi espíritu se elevaba al anticipar el tiempo que
iba a estar con Dios para conocerle y estar cerca de Él en oración. Durante
cuatro años me encontré con Dios allí todos los días.
Dos
semanas después de graduarme en la universidad, Margaret y yo nos casamos. Y
dos semanas más tarde comencé mi pastorado en una pequeña iglesia en Hillham,
Indiana. Nos mudamos a una casa reducida que estaba en una pequeña finca de
casi dos hectáreas de terreno. Después de mudarnos, lo primero que hice fue
buscar un lugar donde poder ir a orar. E inmediatamente lo encontré. Era una
inmensa roca dentro de la arboleda al fondo de nuestra casa. Solía subir a
gatas hasta la cima de aquella roca y pasar tiempos increíbles con Dios allí.
Cuando ahora recuerdo la etapa en que aprendí a estar una hora a solas con
Dios, puedo decir con toda sinceridad que fue cuando más crecí espiritualmente.
Como es natural, ahora sigo creciendo y el período que paso con Dios es
profundo y vivificante. Sin embargo, en aquellos días sentía que Dios me
cambiaba con rapidez al ayudarme a desarrollar mi personalidad conforme a su
voluntad. Y fue entonces cuando comenzó a usarme en la obra de su Reino”.
El secreto de los grandes siervos de Dios, que han
surgido en la historia, fue la oración privada. Entre ellos tenemos a:
Jerónimo Savonarola, conocía de memoria gran
parte de la biblia. Pasaba noches enteras en oración. Dentro de sus libros este
uno titulado: “La oración”.
Martin
Lutero decía acerca de la oración: “La oración no es para cambiar los
planes de Dios. Es para confiar y descansar en Su soberana voluntad”. Lutero oraba dos horas diarias y cuando tenía dificultades
oraba más tiempo. Decía: “Tengo
tantas cosas que hacer, que pasaré las primeras tres horas orando”. El acostumbraba decir: "Orar bien es la mejor
parte de los estudios." Sobre él escribió cierto colega: "Cada mañana
él precede sus estudios con una visita a la iglesia y con una oración a
Dios."
Juan Wesley, apartaba dos horas diarias
para estar a sola con Dios. Se esforzaba para levantarse diariamente a las
cuatro de la mañana. Después de estudiar durante seis años en la escuela, Wesley fue a
estudiar en Oxford, y llegó a dominar el latín, el griego, el hebreo y el
francés. Pero su interés principal no estaba en cultivar el intelecto. A ese
respecto se expresó así: “Comencé a reconocer que el corazón es la fuente de la
religión verdadera… reservé entonces dos horas cada día para quedarme a solas
con Dios. Participaba de la cena del Señor cada ocho días, me guardaba de todo
pecado, tanto de palabras como de obras. Así pues, basándome en las buenas
obras que practicaba, me consideraba un buen creyente.”
Las tres primeras horas
del día las dedicaba a la oración y estudio de las Escrituras.
Cierto creyente que lo
conocía íntimamente, escribió acerca de él: “Consideraba a la oración como lo
más importante de su vida y lo he visto salir de su cuarto con el alma tan
serena, que esta se reflejaba en su rostro el cual brillaba”
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