lunes, 4 de octubre de 2021

TEOLOGÍA DE LA ORACIÓN

 EL PROCESO DE LA ORACIÓN

Por Denis Aguilar Urbina

TEXTOS 

Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo”. (Juan 14:13)

“No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse en palabras.” (Ro. 8.26).

Aparentemente, plantear una teología de la oración puede resultar poco menos que un disparate. Porque la teología y la oración parecen pertenecer a mundos totalmente opuestos. La teología, que es un término griego compuesto:

 

              Theos = Dios

Teología:


 

              Logos = Palabra o discurso

Surge a partir de la influencia del pensamiento griego en el cristianismo. No es una palabra bíblica sino el intento por reflexionar sobre Dios, tomando como base la Biblia. Pero, a su vez, usando la razón como instrumento. A más de veinte siglos de cristianismo ya no es posible desconocer la influencia de la teología en la fe cristiana, por eso planteamos el tema.

Hacer una teología de la oración implica reflexionar, con los datos de la Biblia. Sobre quienes intervienen en ella. Las diversas formas que adquiere la oración. Y su importancia en la vida cristiana.

EN PRIMER LUGAR: LA ORACIÓN ESTÁ DIRIGIDA A DIOS

1. En el Antiguo Testamento las oraciones se dirigen siempre a Él, pero bajo distintos nombres

En los salmos, es habitual la invocación a Jehová (Yavé o el SEÑOR, como traduce la Nueva Versión Internacional de la cual citamos en este artículo).

Los siguientes textos son ejemplos al respecto. “A ti, SEÑOR, elevo mi clamor Desde las profundidades del abismo, Escucha Señor, mi voz, Estén atentos tus oídos a mi voz suplicante.” (Salmo 130.1, 2). “En ti, SEÑOR, me he refugiado; jamás me dejes en vergüenza.” (Salmo 71). Otras veces, los salmistas invocan de modo más genérico directamente a “Dios”. “Oh Dios, otorga tu justicia al rey, Tu rectitud al príncipe heredero.” (Salmo 72.1).

2. En el nuevo testamento, Jesús nos enseña a invocar a dios como padre

En su meduloso estudio sobre la expresión aramea Abba (“Padre mío” o “papá”). El Padrenuestro, sería entonces, el modelo por el cual Jesús nos enseña a invocar a Dios.

Pablo conecta la oración con la obra del Espíritu Santo cuando dice que es el Espíritu quien nos impulsa a decir: “Abba Padre” (Ro. 8.15; Gál. 4.6). El apóstol agrega algo maravilloso en cuanto a la acción del Espíritu en nuestras oraciones: “No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse en palabras.” (Ro. 8.26).

Aunque podemos orar a cualquier persona de la Trinidad, en general el Nuevo Testamento nos dice que oramos al Padre, en el nombre de Jesús e impulsados por el Espíritu Santo. Esto es lo que llamamos la teología de la oración

EN SEGUNDO LUGAR: LA ORACIÓN TIENE QUE VER CON LAS FORMAS QUE ADQUIERE EN LA BIBLIA

Hay oraciones de clamor, de alabanza, de intercesión, de adoración, de dolor, para fortaleza, de revelación, poder espiritual etc. El libro de los Salmos está lleno de diversos tipos de oración. Alguien dijo que los Salmos se escribieron de rodillas. Pablo nos enseña que la oración de petición que quizás sea la que más abunda en nuestra vida cristiana siempre debe ser realizada “con acción de gracias” (Fil. 4.6).


EN TERCER LUGAR: CABE REFLEXIONAR SOBRE LOS RESULTADOS DE LA ORACIÓN

Esos resultados son, entre otros: crecimiento en la fe y en la gracia de Dios, perseverancia, poder espiritual, salvación, sanidad y paz. Pablo dice: “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” (Fil. 4.6, 7).

A través del tiempo en la vida del cristianismo por influencia del lenguaje griego se dio lugar a la teología de la oración. En el mundo bíblico vemos que la oración ha tenido un proceso. En el Antiguo Testamento la oración se hacía a Jehová con diferentes nombres, en el nuevo Testamento Jesús implanta el modelo de la oración al Padre y orienta que todo lo que pidiereis al Padre en su nombre, lo haría, para que el Padre sea glorificado en el Hijo”. Pablo nos instruye que el Espíritu Santo es la esencia para orar…” Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse en palabras” (Ro. 8.26). En resumen, a esto se le llama: “Teología de la Oración”

 

 

 



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