lunes, 4 de octubre de 2021

¿QUÉ ES LA ORACIÓN?

 

¿QUÉ ES LA ORACIÓN?

Por Denis Aguilar Urbina

 

TEXTO

No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús (Filipenses 4:6-7)

La oración es buscar su presencia. Orar es hablar con Dios. Es mantener comunión íntima con Dios. Podemos decirle cualquier cosa: lo que vivimos, nuestras preocupaciones, lo que hemos logrado, en lo que necesitamos su ayuda, incluso platicarle nuestro día tal y como lo haríamos con la gente a la que le tenemos confianza y le queremos. La oración es un dirigirse a Dios para alabarlo, adorarlo, agradecerle, reconocerlo y pedirle cosas que sean para nuestro bien.

La oración es nuestra línea directa con el cielo. ¡La oración es un proceso de comunicación que nos permite hablar con Dios! 

La oración es una ordenanza de Dios para uso tanto público como privado: más aun, es una ordenanza que pone a los que tienen el espíritu de súplica en estrecha relación con El; y es asimismo de efectos tan notables que alcanza de Dios grandes cosas, tanto para una persona que ora como para aquellos por quienes ora. Abre, por así decirlo, el corazón de Dios, y por medio de ella, el alma, aun estando vacía, se llena. Por la oración, el cristiano puede, también, abrir su corazón a Dios como lo haría con un amigo, y obtener de Él un renovado testimonio de Su amistad. Muchas palabras podrían emplear aquí para hacer distinción entre la oración pública y, privada; como también entre la del corazón y la de los labios (Juan Bunyan, el peregrino)

El impacto y alcance de la oración prevalece. Así lo reflejan grandes personajes. Abraham Lincoln, uno del mejor presidente de Estados. Dijo acerca de la oración: “Muchas veces me he puesto de rodillas con la abrumadora convicción de no tener ningún otro sitio a dónde acudir. Mi propia sabiduría y la de los que me rodean parecían insuficientes para el día".

Carlos Spurgion el príncipe de los predicadores decía al respecto: “Mientras más familiazado estéis con el atrio del cielo; desempeñareis mejor vuestra misión Celestial. Las oraciones que hagáis serán vuestros auxiliares más eficaces mientras los discursos estén sobre el yunque todavía. La oración suministra una palanca para levantar verdades pesadas. Usad la oración como un taladro y fuentes de agua viva saltaran de las entrañas de la palabra. Los hombres más santos han hecho siempre de la oración la parte más importante de la preparación para el pulpito.  Así como descendieron lenguas de fuego sobre los apóstoles al estar ellos sentados orando y vigilando; así también bajaran sobre vosotros… Es un hecho innegable que el secreto de todo buen éxito…estriba en nuestra constancia, en acercarnos al trono de la misericordia. No vayáis a ministrar en el templo, hasta que os hayáis purificado en el lavacro. No penséis en llevar un mensaje de gracia a los demás, antes de haber visto al Dios de la gracia vosotros mismos; y de haber recibido la palabra de sus labios”.

No deberíamos ministrar a otros Si no hemos pasado tiempo en comunión con Dios y recibiendo del único que ordena la unción para todo ministerio.

 

 

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