MI CONVERSIÓN A CRISTO
Por Denis Aguilar Urbina
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados
vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio”
... (Hechos 3:19)
La plenitud
y la manera de experimentar la conversión es lo que asegura la salvación y
garantiza los buenos frutos en el creyente. Veamos por qué:
I. La plenitud de la conversión
La auténtica conversión nos abre las puertas
del cielo y nos vuelve hijos de Dios. Solo aquellos que han experimentado
una verdadera conversión. Son capaces de alcanzar las promesas de vida
eterna que Dios ofrece a los que se convierten de corazón.
1. La conversión a Cristo nos da una nueva naturaleza
“De modo que, si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17)
Para entender esto:
a. Veamos al hombre en su estado natural.
A este estado la biblia le llama carne. Que
es el estado de pecado del ser humano desde que nacemos. Que nos impide buscar
a Dios y de allí la necesidad de volvernos a Dios
Romanos 8:6-8 describe una lucha campal:
“Porque los que son de la carne piensan
en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del
Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del
Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad
contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los
que viven según la carne no pueden agradar a Dios”
b. Veamos al hombre en su estado espiritual al convertirse
Veamos lo que dice la Biblia en Tito 3:3-5
Porque nosotros también éramos en otro
tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y
deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y
aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios
nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de
justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el
lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”
2. La conversión a Cristo nos introduce a una vida de fe
“… más el justo por su fe vivirá” (Habacuc 2:4)
Para el que
vive en estado natural pecaminoso es difícil creer y confiar en Dios. Para el que
se convierte a Cristo es posible creer y confiar en Dios
Estos hacen
propio los siguientes versículos:
- Romanos
1:17 “porque en el
evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está
escrito: más el justo por la fe vivirá”.
- Gálatas 3:11 Y que por la ley
ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la
fe vivirá;
- Hebreos 10:38 “Mas el justo
vivirá por fe”;...
3. La conversión en Cristo produce fruto agradable
a.
El
fruto de la carne (Veamos su retrato)
Gálatas 5:19-21
“Y
manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación,
inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos,
iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras,
orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os
lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de
Dios”,
b. El fruto del espíritu
Gálatas
5:22-24
“Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas
no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus
pasiones y deseos”
- El
verdadero convertido no solo realiza buenas obras como consecuencia de su
salvación.
- También
su carácter personal produce toda una gran cosecha de buenas virtudes
habiendo así crucificado su carne.
II.
La Manera de experimentar la
conversión
Surge la gran pregunta: ¿Qué debemos hacer para experimentar
una verdadera conversión?
La respuesta está en Hechos 3:19
Para ser salvo y
experimentar una verdadera conversión tiene que arrepentirse; de lo contrario
jamás será salvo.
CONCLUSIÓN
Por tanto, la verdadera conversión viene de un corazón arrepentido que sabe reconocer sus pecados
delante de Dios y le pide perdón
por todos ellos, cuando esto es así se produce una auténtica conversión
al cristianismo y esta se caracteriza por proveer una nueva naturaleza que lo capacita para buscar a Dios. Nos introduce a una vida de fe. Produce una cosecha de buenos frutos en la
vida de los creyentes.
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